Formamos parte de una sociedad que vive a una velocidad muy rápida y que, desde ha tiempo, se ha centrado en el individualismo y la competitividad. Por el camino ha ido cayendo en el olvido la importancia de los valores que promueven la cohesión, la solidaridad, la ilusión por un mundo mejor o la empatía. Creemos que la Educación Infantil, con el fin de promover el desarrollo global de los niños y niñas, debe dedicar especial atención al trabajo de valores. Por esta razón, existe la necesidad de desarrollar proyectos que complementen lo puramente académico.
Teniendo presentes que el éxito de una propuesta educativa en la etapa Infantil se basa, entre otras cuestiones, en un buen diseño de un ambiente o contexto que potencie la motivación y promueva el aprendizaje, en La Salle Arucas hemos puesto en práctica una experiencia pensada al detalle. Para ello, recurrimos al cuento de “El Principito” de Antonie de Saint-Exupéry como desencadenante de un pequeño proyecto con el fin de alcanzar los siguientes objetivos:
- Valorar la importancia de compartir tiempo con nuestros seres queridos.
- Acercarse al valor del amor como elemento fundamental de las relaciones humanas.
- Mostrar emociones de acuerdo con diferentes contextos.
- Potenciar la capacidad de empatizar y de cooperar.
- Descubrir la importancia de perseverar y perseguir nuestros sueños.
Se realizó una adaptación del cuento para que pudiera contarse durante 6 días diferentes y que las niñas y niños pudieran seguir la historia sin dificultad. En cada sesión, tras la lectura del cuento, se ponía en juego diversas tareas que debían desarrollarse en los rincones cooperativos. Se diseñaron actividades donde tan solo tenían que experimentar con libertad (con letras, bloques lógicos, plastilina, ceras, etc.), así como actividades con objetivos más cerrados y concretos. Cada día terminaba con un momento de encuentro en la asamblea donde se hablaba y reflexionaba sobre todo lo vivido en la jornada escolar. Para conseguir mantener la motivación, el cuarto día recibimos la visita de un zorro que, además de seguir contándonos la historia, se quedaría en el aula hasta el final del proyecto acompañándonos mientras seguíamos descubriendo nuevas cosas.
Tras la puesta en práctica de este proyecto, hemos vuelto a comprobar que lo que más conecta con el alumnado es todo lo que se hace desde el corazón y les permite desenvolverse y relacionarse como auténticos niños. Y estas dos cuestiones dependen, en gran medida, del papel del docente y su capacidad para generar ambientes y espacios que fomenten un proceso de aprendizaje en el que los niños se sientan escuchados, valorados y con capacidad de participar en la toma de decisiones.
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