El aprendizaje cooperativo (AC) es una propuesta metodológica que fomenta el trabajo en grupo y permite construir, aprender, cambiar y mejorar juntos. Nuestra escuela pretende que los conocimientos adquiridos puedan ser útiles en otras situaciones de la vida y que no solo se quede en el aprendizaje de conceptos. Es por ello, que el alumno es el protagonista de su propio aprendizaje y la función del educador consiste en mediar este proceso. Estas son algunas de las razones por las que creemos que esta metodología debe estar presente en el día a día del trabajo en el aula y que, además debe comenzar en edades tempranas.
Desde nuestra experiencia queremos compartir algunas vivencias en las diferentes etapas de Educación Infantil así como los beneficios que aportan a los niños y niñas en su proceso de enseñanza aprendizaje.
Como ya hemos comentado anteriormente, es importante que comencemos a implantar el AC en los primeros años de vida. Es por esto, que ya en el primer ciclo de Educación Infantil, concretamente en las aulas de 2 años empezamos a trabajar la cohesión de grupo. En el segundo trimestre hacen parejas de hombro para ejercer el rol de Ayudante y en los momentos que deben desplazarse por el centro (recreo, comedor, salida…). De esta forma lo que pretendemos es que los niños y niñas se conozcan y confíen en otros niños de su edad, que se comuniquen de una manera correcta, que acepten el apoyo que se le ofrece y que, a su vez, se ayuden entre ellos.
Pasamos al aula de 3 años en segundo ciclo de Educación Infantil con muchos alumnos que ya han tenido experiencia de AC. En este primer curso nos vamos a centrar en el momento de Acogida extendida en el que se presenta el rol de Ayudante, que comienza de forma individual y que una vez todos han pasado por él, lo realizan por pareja de hombro. Este rol lo llevan a cabo a lo largo de una semana. Las funciones del Ayudante consisten en:
- realizar encargos.
- pasar lista.
- cambiar el calendario y la planificación del día.
- ser responsable de la fila.
Con esta función lo que se pretende es que, mediante la realización de estas tareas, los niños y niñas asuman una responsabilidad, consigan una mayor autonomía y aumenten su autoestima.
Otro aspecto que trabajamos en esta edad es la colaboración entre iguales. Los niños que tienen un grado mayor de autonomía mayor ayudan a otros compañeros cuando lo necesitan.
Los alumnos de 4 años afianzan lo aprendido en tres años y en el tercer trimestre los niños y niñas comienzan a formar los equipos cooperativos para así moverse por los diferentes espacios del aula. Utilizando la técnica de cabezas juntas deciden el nombre de su equipo.
Con esta técnica estamos combinando la interdependencia positiva y la responsabilidad individual y nos aseguramos de que todos los miembros del equipo tengan la oportunidad de construir su respuesta y la contrasten con la de los compañeros para llegar a una decisión final (el nombre del equipo). Para trabajar en grupos cooperativos, los alumnos deben aumentar sus habilidades socio-emocionales, es decir, deben aprender a auto-organizarse, a escucharse entre sí, a distribuirse el trabajo, a resolver los conflictos, a asumir responsabilidades y a coordinar las tareas. De esta forma fomentamos la interacción y las relaciones sociales positivas desde la empatía y el respeto a los demás.
Llegamos al último curso de la etapa de Educación Infantil. Nuestros alumnos llevan 3 años trabajando y aplicando el AC en el día a día y esto se percibe en las distintas actividades que se realizan a lo largo de la jornada. Los niños y niñas son más autónomos a la hora de realizar las distintas tareas que se van proponiendo; el respeto a las diferencias y la empatía están presentes en sus interacciones; llegar a acuerdos les toma cada vez menos tiempo y son más hábiles a la hora de buscar soluciones.
En este curso, destacamos el trabajo con la pareja de hombro mediante la técnica de la entrevista simultánea para llevar a cabo una actividad del Entorno de Gestión Emocional. En dicha actividad los alumnos debían conocerse entre ellos un poco mejor y también pararse a pensar en conocerse a ellos mismos.
Cuando trabajamos las emociones, el AC es una herramienta fundamental ya que, por su forma, hace que los alumnos salgan de su individualidad, aprendiendo a ser solidarios, respetando a los demás y destacando la importancia que tiene expresar nuestros sentimientos, nuestras preferencias y también las cosas que no nos gustan.
No cabe duda que el AC, además de hacer significativos los aprendizajes de nuestros niños y niñas ayuda a mejorar las relaciones entre ellos y valora la interacción, la colaboración, la empatía y el respeto, así como, la resolución de conflictos y la responsabilidad.
Post escrito por el Equipo de Infantil de La Salle Sagrado Corazón
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