LA CURIOSIDAD: MOTOR DEL APRENDIZAJE EN EL AULA.

“No tengo talentos especiales, pero sí soy profundamente curioso”. (Albert Einstein)

Dicen que la curiosidad mató al gato, pero en realidad la curiosidad no suele matar a nadie. En realidad, es un impulso humano que nos ha llevado a viajar a la luna, a explorar lugares lejanos o civilizaciones desconocidas, a componer los más hermosos cuentos y a proponer las teorías científicas que explican el origen del universo.

Y estamos de suerte, porque esta maravillosa curiosidad es innata en todos los niños y es el motor de encendido para el proceso de aprendizaje, que ya desde bien pequeños, interactúan con el entorno y que cuando aprenden a hablar no paran de hacer un sinfín de innumerables preguntas.

La capacidad de asombro impulsa el aprendizaje y la motivación, fomenta la empatía y contribuye al pensamiento crítico, a la toma de decisiones y a las habilidades para relacionarse, y es clave para la satisfacción de la vida.

Cuando una actividad concreta despierta nuestra curiosidad, esto promueve nuestras emociones positivas, nos permite fijar la atención en ella, facilita la toma de decisiones complejas y posibilita un aumento de la perseverancia necesaria para alcanzar las metas. Por todos estos motivos, los maestros que consiguen despertar la curiosidad en sus alumnos consiguen que éstos encuentren la experiencia del aprendizaje más satisfactoria y obtienen mejores resultados.

Pero, ¿Cómo podemos fomentar la curiosidad en los niños?

Debemos favorecer su exposición a diferentes experiencias, proporcionándoles cuantas más vivencias mejor tanto a nivel motor como cognitivo.

Les presentaremos determinadas actividades de forma enigmática y misteriosa, haciéndoles ver que es algo que se sale de lo cotidiano, como son las motivaciones de inicio de los proyectos que realizamos con NCA.

Ayudarles a desarrollar su imaginación a través de cuentos, juegos y dramatizaciones para que puedan explorar y construir mundos imaginarios.

Proporcionarles la oportunidad de realizar manipulaciones y experimentos sencillos, así como la posibilidad de usar los materiales que se les facilitan en el aula de manera libre y sin estar encorsetados a una única realidad de acción.

En resumidas cuentas, alimentemos su curiosidad de forma constructiva, y que esa desmedida curiosidad sea el combustible que usemos para que nuestro alumnado aprenda, y porque no, dejémonos contagiar cada día por esta capacidad de asombro.

Post escrito por el Equipo de Infantil de La Salle Griñón