¿Qué es la afectividad? ¿Es importante en nuestras aulas? ¿Qué papel juega el maestro? ¿cómo surgen los afectos en el aula?…

Muchas son las cuestiones que nos podemos formular sobre este tema, y muchas y variadas podrían ser las respuestas. Pero vamos a comenzar por algo sencillo. Hemos buscado la palabra afectividad en nuestro diccionario, y una de las acepciones que la rae nos brinda es: “Conjunto de sentimientos, emociones y pasiones de una persona”. Por tanto, si nuestras aulas están repletas de niños y niñas también estarán repletas de sentimientos, emociones y pasiones protagonizadas por cada uno de nuestros alumnos.

Partimos de la afirmación de que los niños son pura emoción. Actualmente es bien sabido como el mundo de los sentimientos influye de forma importante sobre el mundo del aprendizaje.  Mari Carmen Díez Navarro, maestra y pedagoga española de relevancia, nos dice “El mundo de los sentimientos influye poderosamente sobre el mundo del aprendizaje; puede darle alas o frenarlo, darle alegría o agobio, darle apertura o cerrazón”. De este modo, en el aula tenemos que aprovechar la oportunidad de enseñarles a identificar esos sentimientos y emociones, pero también a saber gestionarlos.

Por otro lado, nos gustaría señalar la cita de Car Jung que dice “Todos nacemos originales y morimos copias”. La idea que nos transmite es que necesitamos una Educación de la Interioridad que sea la prioridad en las aulas, respetando la singularidad de cada alumno. No podemos programar las clases únicamente priorizando qué contenido académico voy a dar hoy o qué actividad voy a preparar para desarrollar esta u otra competencia…los niños necesitan dejar de ser copias ajenas a sus propios sentimientos, vivencias e intereses. Con este reduccionismo estamos dejando de lado la particularidad de cada niño y centrándonos en la masa, en lo superficialmente colectivo. Lo que todos tienen que aprender, lo que todos tienen que hacer, lo que todos tienen que “ser” …

De este modo, en nuestro centro La Salle Talavera, nos preocupamos especialmente por el mundo de los afectos y sentimientos que se producen en el aula. Y lo hacemos en primer lugar creando un ambiente relajado y acogedor en el que el niño se sienta igual o mejor que en su propia casa. Nos preocupamos de mirar a cada alumno como sujeto diferenciado de los demás, es decir, intentamos escucharlos y dedicarlos el tiempo que necesitan para que ellos sientan que para nosotros lo que le está viviendo en ese preciso momento es importante.

Somos, por tanto, también mediadores entre ellos y los demás. En nuestras aulas cada día fluyen de manera natural montones de oportunidades para trabajar con ellos emociones positivas como el amor, la alegría, la calma…y también negativas como la rabia, la envidia, los celos, el miedo…Por ello, en los colegios La Salle llevamos a cabo un programa de interioridad llamado Hara, que además de estar programadas unas sesiones concretas en las que les enseñamos a mirarse por dentro, a conocerse a sí mismos, a los demás… está orientado a educar en la competencia de “aprender a ser”; también prestamos especial atención a la cotidianidad del aula, la relación entre ellos, sus conflictos, sus amistades, en definitiva los diferentes aconteceres que se nos presentan en nuestra vida diaria en las aulas.

Aunque no exista un método único y universal que pueda aplicarse con éxito en todas las situaciones. Nosotras nos proponemos seguir los siguientes principios que son favorecedores del desarrollo afectivo:

  1. La creación de un ambiente cálido, acogedor y seguro que despierte en los niños el deseo de estar y de hacer en la escuela.
  2. Partir de las características de cada niño, de los intereses propios de su momento evolutivo, de sus deseos y preferencias. Escuchar y ver qué quieren aprender los niños, que piensan, qué saben y qué les despierta en cada momento la curiosidad. Es decir, proporcionar aprendizajes significativos.
  3. El juego como imprescindible en el placer por hacer y la motivación por aprender.
  4. El uso de lenguajes y materiales multisensoriales que estimulen la creatividad, la actividad mental y física de nuestros alumnos.
  5. La orientación del proceso de enseñanza y aprendizaje hacia el desarrollo de la autonomía de los niños.
  6. El aprendizaje como un proceso de intercambio e interacción entre los alumnos, y entre éstos y los adultos.

Para terminar, nos gustaría destacar otra frase de Díez Navarro “Hablar de afectos en la escuela infantil es hablar de la materia prima con la que se trabaja.” Es esta materia prima tan importante la que tenemos en nuestras manos y por ello la trabajamos con el amor y la delicadeza que se merecen, con el fin de ayudarles a crecer felices y sobre todo a ser buenas personas.

Post escrito por el Equipo de Infantil de La Salle Talavera