“La espiritualidad es como un pájaro: si lo sujetas con demasiada fuerza, lo ahogas, pero si no lo haces con la fuerza suficiente, se escapa.”
Rebecca Nye
Como dice Rebecca Nye, la espiritualidad infantil es una capacidad innata que permite ser consciente de la cualidad sagrada de las experiencias vitales. Durante la infancia, la espiritualidad tiende a buscar el “estar en relación”, responder a una llamada de relacionarse con algo más que “uno mismo”, es decir, con otros, con Dios, con la creación, o con un sentido interior del propio ser más profundo. Este encuentro con la trascendencia puede producirse con determinadas experiencias o en ciertos momentos, así como a través de actividades imaginativas o reflexivas.
Es importante destacar que para los niños puede resultar más fácil cultivar su vida espiritual ya que muchas de sus experiencias cotidianas presentan un gran potencial espiritual.
El despertar religioso del niño está condicionado por el contexto espiritual pero impulsado por los estímulos que recibe y las capacidades que va desarrollando de forma progresiva durante los primeros años de vida.
La estructura de interpretación religiosa formada en los primeros años del niño se irá transformando a lo largo de su vida a partir de la suma de experiencias y vivencias que irán experimentando, por ello es importante que desde nuestras aulas creemos las infraestructuras y las condiciones óptimas para favorecer el desarrollo de la personalidad de los niños, promover actitudes que favorezcan la convivencia y sentar las bases para lograr sujetos felices y equilibrados y así, puedan sentir a Dios y desarrollar su espiritualidad desde Educación Infantil, no sólo en momentos concretos, sino como columna vertebral de todo el proceso de enseñanza – aprendizaje. Es otra forma más de dar sentido al Carácter Propio de los Centros La Salle.
¿Cómo podemos desarrollar esta espiritualidad en el día a día con nuestros alumnos?
Para educar en la espiritualidad debemos compartir con nuestros alumnos momentos de profundo interés y respeto hacia las personas, potenciar la capacidad de asombro ante las pequeñas cosas que les rodean, escuchar el silencio, sentir su fuerza interior y dar gracias por lo que recibimos cada día.
Nuestra labor es acompañar a los niños para afianzar sus vivencias y reconocerlas, para que no pierdan ese contacto interior consigo mismo y con Dios. Esto lo haremos sobre todo con el ejemplo, viviendo con compasión hacia los demás y expresando respeto hacia las otras personas y seres vivos.
Debemos crear un ambiente especial para que los alumnos tomen conciencia de la importancia de lo que va a suceder y que, a su vez, les facilite esa conexión con Dios. Habrá que crear un ambiente diferente a otros momentos de trabajo, con rutinas y símbolos que ayuden al alumnado a percibir y experimentar sentimientos a través de un clima de confianza, escucha y afectividad. Todo esto lo llevaremos a cabo a través de diferentes propuestas como la reflexión de la mañana, la celebración de campañas y días especiales, educación en valores, las sesiones del Entorno de ERE y las celebraciones litúrgicas.
El objetivo primordial es lograr que los niños puedan construir una relación con Dios propia basada en las experiencias vividas desde la etapa de Infantil.
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