Cada uno de nosotros somos únicos. Personas con percepciones, creencias, pensamientos y emociones, con respuestas condicionadas por ese medio social y cultural en el que crecemos.
Por este motivo en La Salle, damos especial relevancia al acompañamiento de nuestros alumnos fundamentado en la relación con las familias y la cercanía con el niño.
Acompañamiento centrado en el respeto a su proceso evolutivo y especialmente a sus diferencias, su manera de ver la vida y como aprende a enfrentarse a los retos.
Acompañamiento desde la enorme convicción de que cada uno de nuestros alumnos es especial.
Este caminar juntos, busca estar impregnado de valores humanos y cristianos que les permitan desde la solidaridad tener una visión constructiva del mundo, modelos que les posibilitan encarar la vida con mentalidad de crecimiento, y experiencias que les enseñen a cambiar su mirada.
Trabajamos para que desarrollen un pensamiento crítico y creativo enmarcado en la excelencia, que a través del valor del esfuerzo aprendan a ser felices y prepararse así para ser agentes de cambio.
Fomentar el sentido de pertenencia forma parte de nuestros pilares educativos, sabemos que este va naciendo en los niños cuando realmente se sienten valorados y parte de la familia Maravillas.
Nuestro centro pretende crear un entorno para el niño dónde el sentimiento de seguridad hace que crezcan como personas con iniciativa, personitas que sienten que se les espera, que se les quiere y que son importantes para los demás, personas con autoestima positiva que sean capaces de decir “basta” o “adelante”.
¿Y esto cómo se consigue?. Decirlo es fácil pero, ¿cómo lograrlo?.
Para nosotros el cariño y respeto al niño es el camino. Esa mirada afectuosa ante sus dificultades y esa mano tendida para salir de ellas, ese guiño de complicidad desde la confianza ante los errores y ese pensar juntos para resolverlos.
Entender que las cosas casi nunca son tan tremendas como algunas veces nos hacen ver, sino que casi siempre son como nosotros aprendemos a mirarlas.
Es importante tener presente cómo nos indica la neurociencia, que la manera en la que el niño interpretará las situaciones en el futuro dependerá del modelo marcado por las personas que convivimos con ellos.
De ahí la enorme responsabilidad que tenemos, y de ahí que nuestro acompañamiento respetuoso deba ser un máximo para nosotros, siendo impecables en cada mirada y gesto hacia ellos, cada momento y cómo no, cada mensaje.
Seguro cuando nos lo proponemos somos capaces de sustituir un “no llores” por un ¿estás triste? , un “lo has roto” por un ¿te has cortado?, o cambiar un “no te enfades” por un “ ¿te ocurre algo?, centrando así nuestro mensaje en la preocupación e interés por ellos que es lo realmente importante.
El lenguaje guía nuestro pensamiento y ese nuestras emociones. La manera en la que interpelamos a los niños hará que ellos se sientan juzgados o comprendidos, que sientan que está en su mano mejorar o que la dificultad es una limitación intrínseca en ellos, que sientan que tan sólo somos inquisidores o que estamos siempre a su lado.
De ahí que para nosotros el acompañamiento respetuoso sea el primer potenciador de vínculo afectivo, el primer modelo que les ayudará a crecer como personas, el primer indicador que hará que los niños se sientan queridos, y además se aprendan a querer, y sobre todo como indica uno de nuestros lemas “ lleguen a ser en la vida lo que quieran ser “.
Como dijo Rudolf Dreikurs “Los niños necesitan aliento así como las plantas necesitan agua.“
Y tú como educador ¿ qué legado te gustaría dejar a tus niños?, o mejor aún ¿qué legado crees que estás dejando en ellos?.
Post escrito por el Equipo de Infantil de La Salle Maravillas
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