¿Por qué trabajar como agentes individuales si está demostrado que juntos obtenemos más beneficios?

A lo largo de la historia el papel de la familia ha ido cambiando. En la antigüedad, era el único agente encargado de educar y formar. Más adelante, la iglesia tomó este papel y se convirtió en transmisora del conocimiento y del saber, aunque dicha labor se limitaba a la formación de los hijos de las familias con más recursos.

En el S.XVIII aparece la necesidad de crear escuelas para atender a los hijos mientras los padres trabajan y surge el ideal de crear una escuela universal, gratuita y obligatoria, siendo en el siglo XX cuando se consigue.

Del siglo XX a la actualidad se ha superado la idea de que la escuela instruye y la familia educa, somos cada vez más conscientes de los grandes beneficios que supone un trabajo en red, en el que se aspira a una colaboración cada vez mayor, donde las responsabilidades deben ser compartidas.

Numerosos estudios demuestran que una implicación activa y una buena relación y comunicación entre familia y escuela influye positivamente en la visión y el sentimiento del niño/a hacia la educación. Además, la LOE y LOMCE mencionan explícitamente la relación familia – escuela en los principios generales (Art. 12, 91, 119, 121, 126).

A través de nuestra experiencia hemos podido observar que una participación activa de la familia en la escuela repercute de una forma positiva en los alumnos, en sus familias y en los maestros ya que:

  • Adquieren mayor confianza hacia el centro, puesto que conocen de primera mano su funcionamiento.
  • Se consideran parte activa del proceso de enseñanza – aprendizaje de sus hijos/as en el centro.
  • Potencian el sentido de pertenencia tanto de las familias como de los alumnos/as.
  • Dan seguridad y motivación a los niños/as.
  • Les permiten, al igual que a sus hijos/as, disfrutar de experiencias estimulantes
  • Mejoran la relación entre familias y maestros/as.
  • Se relacionan con otras familias y comparten con ellas dentro del contexto escolar.
  • Facilitan la labor docente porque aportan sus conocimientos y experiencias.
  • Se suscitan conversaciones reales del día a día en casa.
  • Representan un apoyo para el desarrollo de algunas actividades escolares.
  • Aportan recursos para la realización de actividades en el aula.

¿Qué hacemos en nuestro centro para potenciar la participación de las familias?

  1. Medidas institucionalizadas
  • Participación en el Consejo Escolar
  • AMPA
  1. Participación indirecta:
  • Información entorno al niño/a:
    • El contacto informal diario
    • Cuestionarios de alumnos nuevos
    • Entrevistas / Tutorías
    • Informes individuales trimestrales
    • Encuestas de satisfacción
  • Información de carácter general:
    • Reuniones generales de nivel o grupo
    • Información escrita (comunicaciones)
  1. Participación directa:
  • Talleres
  • Proyectos
  • Implicación en tareas de apoyo (salidas culturales y deportivas, periodo de adaptación)
  • Actividades complementarias y campañas (Operación Kilo, actividades con los abuelos, PROYDE, fiesta fin de curso AMPA, Semana Vocacional, Semana del Libro)
  1. Talleres de formación permanente para familias:
  • HARA (interioridad)
  • Crecimiento personal
  • Nuevas tecnologías
  • Mindfulness
  • Sallenet
  • Aprendizaje cooperativo

Como vemos, son muchas las posibilidades de colaboración que se pueden establecer entre la familia y la escuela. Para ello, se debe ofrecer a los padres varias alternativas que se adapten a sus necesidades. De esta forma, cuántas más vías de comunicación se abran entre familia y escuela mayor repercusión tendrá en la Comunidad Educativa.

Por tanto, creemos necesario emprender proyectos comunes compartidos para construir verdaderas comunidades de aprendizaje donde la familia no sea un mero espectador del proceso sino, conocedores del medio en el que vive su hijo, la realidad del colegio y protagonistas activos junto con sus hijos/as.