Despedimos el curso 2019-2020 desde nuestras pantallas con pena de no poder disfrutar  juntos debido al  confinamiento, y comenzamos este 2020-21 presencial con mucha ilusión,  sabiendo que tras estos meses, muchas cosas iban a cambiar en nuestro colegio,  y en la manera en la que deberíamos ajustar nuestras herramientas de  educación.

 “Hasta que volvamos a abrazarnos” es un cuento que estos días nos está ayudando a explicar a los niños la situación que estamos viviendo. Todos nos sentimos en cierta manera como el Erizo y la Tortuga, que teniendo la necesidad de querer abrazar a nuestras personas queridas, querer acompañar y compartir alegrías y penas,  sabemos que por su propio bien y el bien de todos, es mejor no hacerlo.

Los niños se han visto junto a nosotros envueltos en un nuevo aprendizaje, un aprendizaje que choca con nuestra cultura social del contacto. El Erizo y la Tortuga siendo tan amigos,  por motivos  ajenos a su voluntad, no pueden  abrazarse ni  tocarse.

Pero como toda situación, tiene su manera positiva de ser mirada, y así lo hacemos nosotros con los niños,  trabajando la tolerancia a la frustración desde la creación de nuevas herramientas, y desde  la esperanza de que el momento llegará, eso seguro.

No podemos olvidar que el aprendizaje se fija a través de las emociones, que las experiencias determinan la manera en la que se enfrentarán en un futuro a la vida,  y que es en esta etapa de Infantil donde el cerebro emocional se desarrolla en mayor medida, marcando los pilares y bases de la personalidad de cada niño. 

El contacto es importante, así como la caricia y el abrazo. La neuroeducación  respalda la teoría de que las experiencias modifican físicamente nuestro cerebro, y  favorecen la creación de  vínculos afectivos que guían la autoestima y la seguridad  de las personas.

De ahí que como comunidad educativa, hayamos tenido que replantearnos nuevas líneas de relación en nuestras aulas, líneas que continúen modificando físicamente nuestro cerebro al promover nuevas experiencias.

Una vez que estamos viendo que las clases de infantil pueden discurrir con aparente normalidad, con mascarilla o sin ella, no podemos olvidar, que en estas edades los abrazos, las miradas, las sonrisas y los besos eran nuestras principales herramientas de trabajo.

Y entonces …. ¿cómo lo  estamos haciendo ahora?, ¿cómo únicamente con nuestra mirada podemos estar llegando a los niños de la misma forma que hacíamos antes?

Hemos visto  al reincorporarnos al colegio, el retroceso en  habilidades sociales que han sufrido nuestros niños  tras el confinamiento, al haber pasado más de tres meses sin poder relacionarse con sus iguales en un entorno educativo normalizado.

A pesar de haberles proporcionado durante los meses de confinamiento diferentes alternativas para que siguieran en contacto con sus compañeros sintiéndose parte del cole, al volver al aula, y ver con ilusión su progreso en pocas semanas, nos reafirmamos en que una pantalla nunca llegará a ser igualable a un aula de infantil.

Pues bien, sabemos en La Salle, que la gestión emocional en el aula siempre ha sido de gran importancia, pero en esta situación cobra aún si cabe mayor relevancia, y nos obliga como Centro a desarrollar nuevas estructuras.

Como educadores Lasalianos es fundamental enseñar a los niños que existen otras maneras de mostrar que los demás nos importan, que nos preocupamos por ellos, y  hacerles así   partícipes del cambio, sintiendo  que cada uno de nosotros es capaz de generar y crear nuevos caminos que suplan ese contacto físico, llegando emocionalmente a los demás, y a ellos mismo.

Para lograrlo, estamos llevando a cabo multitud de dinámicas, en las que están aprendiendo a saber expresar sus emociones de forma diferente a la que acostumbraban, y aprendiendo a dar importancia a otras claves del proceso de comunicación.

Ahora las palabras bonitas, el lenguaje cariñoso y el respeto en el juego, están haciéndose mucho más presentes que las caricias y los besos que antes tanto empleaban. El pensar en los demás y trabajar para que los demás lo sientan es ahora un objetivo para ellos cada día.

Es increíble como la necesidad de expresar y sentir afecto,  ayuda a los niños de manera creativa a diseñar nuevas formas de trasmitir la amistad y el cariño. Es fundamental que sigamos haciendo como hasta ahora, y más aún si cabe, una gestión emocional individual tanto del niño como de su familia. No podemos olvidar que esta pandemia nos ha cambiado en cierta manera a todos.

Al mismo tiempo, desde el cole estamos intentando dar este tipo de respuesta lo más ajustada posible a cada familia. 

Cada familia-niño confinada, recibe una programación diaria personalizada y adaptada a su realidad. Intentando dar de nuevo una respuesta guiada a esa gestión emocional que tanta importancia damos. Nos apoyamos en continuas llamadas de teléfono cuando lo necesitan, mensajes e incluso videoconferencias, donde el estado de ánimo familiar se convierte en nuestra mayor prioridad ante los tiempos vividos, y haciendo que este acompañamiento nos haga sentir que somos juntos una gran familia.

Somos conscientes de que estamos ante un nuevo paradigma, una nueva manera de entender la sociedad,  en la que debe primar para nosotros como educadores,  ayudar a los niños a diseñar nuevas herramientas emocionales que les ayuden a enfrentarse a cada situación, y   con las que ellos mimos sean agentes activos del cambio.

Post de hoy escrito por el Equipo de Infantil de La Salle Maravillas