La capacidad de hablar es lo que nos distingue al ser humano del resto de las especies. Al hablar, podemos exteriorizar sentimientos, deseos, emociones… y además permite relacionarnos con otras personas por lo que tiene también una función social.

Pero la adquisición del habla es un proceso complejo ya que,  el halar implica la adquisición de  un vocabulario, elaborar frases correctamente y conocer el significado de lo términos que quieres utilizar y en qué momento hacerlo. 

Para que todo lo anterior se produzca es necesario una madurez del sistema nervioso y una estimulación por parte de otros. 

El lenguaje tendrá por tanto una importante función comunicativa y social, siendo lo que permitirá al niño interaccionar con su entorno. 

El hecho de que un niño tenga algún tipo de alteraciones en el lenguaje puede dar lugar a que aparezcan situaciones tales como  dificultad en el proceso lecto-escritor, problemas para organizar y expresar sus ideas, dificultad para comprender instrucciones sencillas como por ejemplo la resolución de problemas y dificultades para relacionarse con los compañeros. 

Sin duda, es uno de los aspectos esenciales para trabajar desde la educación infantil. El juego será un elemento clave a la hora de provocar situaciones lingüísticas que doten al niño o la niña de recursos lingüísticos que le permitan relacionarse con los demás, ampliar su vocabulario y expresar sus sentimientos y emociones. Actividades como jugar con un pompero o soplar papelitos, hacer muecas, jugar a terminar una frase o al veo-veo,  contar cuentos y cantar canciones pueden resultar actividades muy divertidas para toda la familia y que mejorarán el lenguaje de los niños.

Post de hoy escrito por el Equipo de Infantil de La Salle La Paloma