El desarrollo infantil supone una constante evolución de las capacidades de los niños y niñas que, progresivamente, les permite realizar tareas cada vez más difíciles. Se trata de un proceso complejo y continuo que posibilita que las niñas y niños adquieran y mejoren sus habilidades y destrezas. Este proceso se refiere, entre otros, al desarrollo físico, cognitivo, motor, social y emocional. No podemos dejar de lado que la finalidad de la Educación Infantil es contribuir, activamente, al desarrollo de esas dimensiones a través de diversas experiencias.

Tomando en cuenta este planteamiento, encontramos en el juego de las construcciones una experiencia que, por sus múltiples beneficios, tiene la potencialidad de contribuir al desarrollo integral. Por su importancia, destacamos los siguientes:

  • Desarrolla la coordinación óculo-manual.
  • Favorece la capacidad de organizar y planificar.
  • Ayuda a los niños y niñas a descubrir leyes físicas básicas.
  • Estimula la creatividad y la imaginación. Esto se relaciona directamente con la búsqueda de soluciones ante los problemas que se le plantean.
  • Contribuye al desarrollo del pensamiento lógico-matemático.
  • Mejora su autoestima y autoconcepto.

Por estos motivos, desde el equipo de Educación Infantil de La Salle Arucas hemos diseñado una serie de experiencias basadas en el juego de las construcciones para potenciar, de forma lúdica, el desarrollo global de nuestro alumnado. Durante dos días propusimos diferentes actividades adaptadas a cada nivel.

En las aulas de 3 años les propusimos crear construcciones libres empleando materiales distintos en la sala de psicomotricidad con el fin de fomentar la manipulación y la coordinación óculo-manual. La experimentación les permitió crear construcciones jugando con libertar con distintos materiales. Pudimos observar que el disfrute venía tanto en el hecho de construir como el hecho de tirar la torre una vez terminada.

En el nivel 4 años se les pidió que, en equipos cooperativos, construyeran la torre más alta que pudieran y colocar en lo más alto un elemento concreto. Cada equipo buscó sus propias estrategias para poder alzar la torre más alta y conseguir que al colocar el objeto la torre soportara su peso y no cayera. Sin embargo, el objetivo que perseguíamos era que sus torres terminaran por derrumbarse y, de este modo, observaran el efecto de la gravedad. La actividad les permitió gestionarse entre ellos para que, después de varios intentos, pudieran superar el reto.

Finalmente, en las aulas de 5 años, se partió de una imagen en blanco y negro que debían colorear libremente en equipos cooperativos (empleando la técnica de folio giratorio). Al día siguiente se les planteó el reto de copiar ese mismo modelo empleando bloques lógicos de madera y plástico. No se le ofrecieron más pautas que la consigna de intentar hacer la torre respetando el patrón que ellos mismos habían creado el día anterior. El ensayo y error los llevó a hacer torres muy similares a sus modelos. Pronto se empezó a observar cómo se organizaban entre ellos y eran capaces de ir planificando y organizando los elementos que debían colocar.

En todas las actividades realizadas observamos cómo iban surgiendo múltiples ideas para afrontar cada reto. El trabajo en equipo permitió que fueran probando distintas maneras de alcanzar el objetivo. Además, las ideas de uno se enriquecían con las de los otros, consiguiendo propuestas de resolución cada vez más organizadas.

Estas experiencias nos han servido para tomar conciencia del valor que tienen muchas actividades y juegos que hacemos con frecuencia en nuestras aulas. Se trata de juegos que tenemos asumidos como propios de la Educación Infantil, pero que en ocasiones no somos capaces de ver todo el potencial que encierran para ayudar a nuestro alumnado en su desarrollo integral.

El Equipo de Educación Infantil de La Salle Arucas.